El concepto mismo de inteligencia artificial se construye y deconstruye a medida que las máquinas emulan cada vez mejor a los humanos.
Leemos en la RAELeemos en la RAE:
Disponible desde el año 2015, la definición no guarda ningún peligro de reemplazo de un humano. Nadie piensa en la posibilidad de perder un puesto de trabajo ante semejante Una inteligencia que se compara con la humana. No más que eso.
Pero.
Es disruptiva.
En noviembre de 2023, encontramos esbozos de definiciones un poco más osadas que la de la RAE, como por ejemplo aquí aquí (en inglés):
"...definimos esta tecnología como la habilidad que poseen las máquinas para pensar, analizar, aprender, decidir de manera racional y análoga a como lo hacen los seres humanos."
La diferencia con la definición de la RAE es sutil y, a la vez, notoria: ya no es una tecnología que se compara a un humano, sino que hace lo mismo que hace un humano.
A eso vamos.
Esta semana de mayo de 2024, leí este artículo este artículo en el diario. Responde Eduardo Levy Yetati:
–¿Qué análisis hacen del avance de la inteligencia artificial?
–La primera novedad de esta nueva inteligencia artificial es que ahora sí, como dice su nombre, reemplaza a la inteligencia humana. Hace cinco o 10 años las proyecciones eran que los trabajadores de calificación media o los trabajadores rutinarios perdían con relación a los trabajadores más calificados, y la conclusión era que había que estudiar más. Esta inteligencia artificial reemplaza el conocimiento, y entonces replantea completamente lo que entendemos por educación y por el trabajo a futuro, porque en algún momento va a reemplazar al ingeniero, al programador. Lo que nosotros pensábamos que eran las carreras del futuro hace 20 años, son las carreras del presente. Ese es el primer cambio importante y tiene varias connotaciones.
Leo eso otra vez.
Entonces... la inteligencia artificial viene a ocupar el lugar de nuestro hijo adolescente que ya dejó atrás la etapa de admirarnos para empezar a desafiarnos. Ante las posibilidades de la inteligencia artificial nos volvimos lentos, viejos e incapacitados para emular su vertiginosa producción: un estado de perpetua fuga. Los chicos crecen y nos toca replantearnos qué haremos con ellos, con nosotros mismos o, tal vez, qué valdrá la pena hacer en el futuro.