http://voice-overs.posterous.com/
Por alguna razón, me gusta grabar de noche.
Buscar los fragmentos para grabar me remonta a una época anterior a Internet. Una especie de ritual o hábito guía la manera de mirar entre los estantes de mi biblioteca; tocar los libros de manera zigzagueante. Quedarse un ratito ahí parado para confirmar que era justamente ése el libro con la cita en cuestión. No, ese no. Surge algo de ansiedad que hay que mitigar para que el momento siga siendo placentero. Por momentos, uno desearía que se pudiera googlear dentro de un texto de papel. No puedo forzarlo: sólo puedo apelar a la memoria. Uno recuerda vagamente una cita. Sabe que era más hermosa en el original que en el recuerdo. Sabe que la marcó con lápiz y se dispone a encontrarla. Sería sumamente engorroso describir todo lo que hago para dar al fin con el párrafo. Es una lectura desordenada, guiada por instintos generados entre obstinados recuerdos visuales que ordenan qué parte de la página mirar, mientras se pasan rápidamente las hojas. La razón afirma que según la cronología del cuento o de la novela la cita está en otra parte, entonces, se interrumpe el avance y se produce una vertiginosa marcha atrás hasta el primer capítulo. El índice siempre es lo que menos ayuda en estos casos. Encontrar lo que se busca en un libro de papel tiene mucho de magia y de fortuito. Ya sentado y rendido, uno se dispone a dejar caer el libro en la mesa y éste, que estaría esperando que lo dejen hablar, se abre justo donde está la anotación en lápiz que resalta las palabras que tanto quisimos alguna vez rescatar del olvido. Final feliz.
Así fue como encontré este fragmento de La pesquisa de Saer.
Para estas tareas que uno sabe con certeza cuándo empiezan, pero nunca cuando terminan, mejor de noche.

Fuente: Bookmark